Hablar con corrección

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A veces, ocurren situaciones en la vida donde otros nos dirigen la palabra, y en gran parte de esas situaciones contestamos. Bien, entonces puede que comience una conversación. Para que tenga un sentido y ambas personas se entiendan, hace falta que la comunicación se haga de forma correcta.

Hablar con corrección

La Comunicación

Toda comunicación tiene unos elementos necesarios para que funcione, entre ellos:

  • Emisor: El emisor es la persona que elige y selecciona los signos adecuados para transmitir su mensaje, es decir los codifica para poder llevarlo de la manera más entendible al oyente (receptor). En el emisor se inicia el proceso comunicativo.
  • Código: El código es el conjunto de signos y símbolos que el emisor utilizará para trasmitir su mensaje (lengua), para combinarlos de manera arbitraria porque tiene que estar de una manera adecuada para que el receptor pueda captarlo.
  • Mensaje: El mensaje es el contenido de la información, es el conjunto de ideas, sentimientos, acontecimientos expresados por el emisor y que desea trasmitir al receptor para que sean captados de la manera que desea el emisor.
  • Receptor: El receptor, como su propio nombre lo dice, es la persona al que se destina el mensaje, realiza un proceso inverso al del emisor, ya que en él está el descifrar e interpretar lo que el emisor quiere dar a conocer.

Una vez entendidas estas definiciones nos fijaremos en la del “Emisor”, esta dice que el emisor selecciona los signos adecuados para transmitir el mensaje al Receptor. Por lo que el Receptor necesita conocer el código que va a usar el Emisor.

Evitando Malentendidos

Cuando oímos frases como “te quiero con locura” no nos paramos a pensar en lo que realmente se está diciendo. Creemos que el “con locura” significa “mucho”. No obstante, el Emisor también puede creer lo mismo. Pero el fallo de comunicación aparece cuando el Receptor no descifra la frase como “Te quiero mucho”, sino “Te quiero con una enfermedad mental que me imposibilita razonar”.

El ejemplo que he dado puede parecer muy extremo, pero cabe recordar que estamos en una etapa histórica donde muchas personas de nacionalidades diferentes conversan a diario entre sí, por lo que es mejor hablar con corrección. Para no caer en el error de tener un malentendido hay que procurar, entre otras cosas, no usar frases hechas, palabras con dobles significados u oraciones con guiños históricos regionales. Y, por supuesto, respetar escrupulosamente las normas gramaticales cuando escribimos.

A menudo, lo que pensamos, queremos decir, creemos decir y finalmente decimos, se ve embarrado en un torbellino de intenciones y percepciones que moldean nuestra interacción. Por eso, a menudo, surgen brechas inevitables entre lo que emitimos y lo que el otro recibe, recordándonos que la comunicación es algo delicado que requiere más que solo palabras: empatía, paciencia y un esfuerzo constante por comprender al otro.

En este vaivén de significados, nos encontramos con la infinita posibilidad de malentendidos, donde lo que se dice puede perderse en el abismo de la interpretación individual. En medio de esta complejidad, reside la oportunidad de cultivar un entendimiento más profundo, donde la escucha activa y la disposición para clarificar significados pueden disipar las sombras del malentendido.

La comunicación efectiva no solo radica en la claridad de nuestras palabras, sino también en la capacidad de leer entre líneas y encontrar el significado más allá de la superficie de lo que se dice.


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