Cuando alguien de un país en pleno boom de desarrollo, como China o Indonesia, visita un lugar como España, Italia o Japón, a veces suelta perlas como: “Uy, qué viejo está este metro” o “Mira, las vallas de la carretera están oxidadas”. Y suelen compararlo con lo nuevecito que está todo en su país. Pero, ¿sabes qué? Esas frases esconden un malentendido (y una ignorancia) enorme.
Imagina que un chino visita Madrid y dice que el metro “está anticuado”. O alguien va a Japón y se ríe porque las vallas de la carretera tienen un poco de óxido. Hasta he oído a algunos presumir de lo suaves que van los trenes de alta velocidad en China, poniendo una moneda de canto para mostrar que no se cae, como dando a entender que su tecnología es la mejor del mundo. Y claro, todo eso suena súper impresionante… hasta que te das cuenta de una cosa: ¡es que todo eso es nuevo! El metro de Madrid lleva un siglo funcionando, y cuando se construyó era la envidia del mundo. Las carreteras de Japón han visto pasar millones de coches desde que las pusieron. Y los trenes chinos, bueno, después de unos años ya empiezan a temblar como cualquier otro (Prueba a ir de Beijing a Shanghai). Es normal, ¡es la vida!
He tenido la suerte de viajar por China justo cuando estaban en su momento de “vamos a construirlo todo”. Ciudades que parecían sacadas de una película de ciencia ficción, trenes que volaban, edificios que brillaban. Pero ahora, poco a poco, esas carreteras nuevas ya tienen grietas, y las vallas también empiezan a oxidarse. No es que China esté haciendo algo mal, es que así funciona el tiempo.
Todo envejece.
No tiene sentido alguno compararnos como si estuviéramos en una carrera. Cada país tiene su propio ritmo, su propia historia. Si el metro de Londres se ve “viejo”, no es porque Reino Unido se haya quedado atrás, es porque ese metro, como en Madrid, lleva más de un siglo siendo el corazón de la ciudad. Si las calles de Italia tienen edificios con pintura descascarada, no es que estén “rotos”, es que tienen historia. Y esa historia es valiosa.
Pensemos en algo más normal: ¿te averguenzarías de tu casa porque la construiste hace 10 años y la del vecino, que es nueva, tiene la puerta principal más nueva? ¡Claro que no! Tu casa tiene tus recuerdos, tus mejoras, tu vida. Lo mismo pasa con los países. Los que se desarrollaron antes, como España o Japón, ya pasaron por su momento de construir todo de cero. Ahora les toca mantenerlo, mejorar lo que ya tienen, y eso es un arte en sí mismo.
Además, los países que se desarrollan ahora, como muchos en Asia, tienen una ventaja enorme: pueden aprender de los que vinieron antes. China no tuvo que inventar el tren de alta velocidad desde cero, pudo usar tecnologías modernas y evitar errores que otros cometieron. Pero eso no los hace “mejores”, solo significa que llegaron más tarde a la fiesta. Otros llegarán después y usarán lo que aprendió el país de los osos panda.
Creo que China, por ejemplo, ya ha tocado su techo en esa fase de construir como locos. Ahora les toca aprender a cuidar lo que tienen, a mantener esas ciudades relucientes y esos trenes. Y está bien, es parte del ciclo. Todos los países pasan por ahí.