Pasó con la imprenta, pasó con las máquinas de hacer hielo, pasó con el tren y pasó con la fotografía.
La evolución de las herramientas tecnológicas siempre ha provocado debates sobre su impacto en la sociedad, y los modelos de lenguaje como GPT-3 no van a ser la excepción. En el presente, algunos argumentan que apoyarse en estas herramientas para escribir un artículo es hacer trampa, un atajo que compromete la integridad del autor. Sin embargo, al observar la historia de la escritura y la tecnología, esta visión parece más bien una resistencia natural al cambio de los menos “tech-savvy” que una reflexión sobre el verdadero valor del acto creativo.
Cuando era pequeño (hablo como un viejo ya, leñe), cuando los procesadores de texto comenzaron a ganar popularidad, se planteaban críticas similares. Microsoft Word, con su entonces novedosísimo autocorrector, generó opiniones similares. Algunos consideraban que corregir errores gramaticales automáticamente era hacer trampa, que el escritor recibía un mérito que no merecía. Pero hoy, los autocorrectores no solo son aceptados, sino que son una parte integral de la escritura cotidiana. Están en nuestros teléfonos, en nuestros ordenadores, y los usamos sin cuestionarnos su legitimidad. Nos permiten enfocarnos en lo que verdaderamente importa: el mensaje que queremos comunicar.
Los modelos de lenguaje avanzados siguen esa misma línea. Aunque pueden ayudar a dar forma a nuestras ideas y mejorar la presentación de un texto, lo que realmente importa es la idea original, la chispa creativa que inicia el proceso. La herramienta es solo un medio, una extensión de nuestras capacidades. Usar un modelo de lenguaje para estructurar un artículo no disminuye el valor de la idea ni la autenticidad del autor. Por el contrario, permite que las ideas brillen con más claridad y lleguen a un público más amplio.
Imaginemos a una persona que tiene una idea brillante, pero que no es capaz de expresarla con la fluidez deseada. Antes, esa idea muy probablemente se hubiese perdido o habría sido transmitida de manera incorrecta. Hoy, con el apoyo de un modelo de lenguaje, ese autor puede dar vida a su visión, presentar su idea de una manera coherente, persuasiva e independiente. Luego, al revisar y ajustar el texto final, cada uno puede añadir su toque personal, asegurando que el resultado final sea una verdadera representación de su personalidad.
Con el tiempo, es probable que el uso de inteligencia artificial en la escritura se normalice, al igual que sucedió con los autocorrectores. Lo importante no es cómo se construye cada oración, sino la claridad y el impacto del mensaje final. La tecnología no es nada más que una herramienta al servicio de la creatividad humana. Al adoptar estas herramientas, no estamos haciendo trampa. Al contrario, estamos abriendo nuevas puertas para que nuestras ideas se expresen y se conecten con el mundo.
Así que, en lugar de ver a los modelos de lenguaje como una amenaza a la autenticidad, es más útil considerarlos como aliados. Son herramientas que, cuando se usan con intención y ética, pueden amplificar nuestras capacidades y ayudarnos a llevar nuestras ideas más lejos de lo que podríamos hacerlo solos. En última instancia, el mensaje sigue siendo lo más importante, y la tecnología es simplemente una ayuda para asegurarnos de que ese mensaje se transmita de la mejor manera posible.